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Alberto Román Vílchez
Miércoles, 11 de mayo 2016, 15:01
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Su existencia la ha denunciado el consejo local de IU que, de un tiempo a esta parte, viene alertando sobre la proliferación de puntos localizados a las afueras del municipio en los que se vierten ilegalmente todo tipo de residuos y enseres viejos, por la acción de ciudadanos que no están dispuestos a utilizar los lugares habilitados para arrojar estos deshechos.
Y todo ello sin que la administración local haga nada por remediarlo, con lo cual se ha generado un cinturón de escombreras y vertederos incontrolados que rodean la ciudad y que afectan a parajes de todo tipo e incluso a caminos rurales.
Según IU, «lamentablemente siguen aumentando estos puntos en los que queda de manifiesto la desidia municipal por la solución de esta cuestión y el comportamiento incívico de muchas personas que no piensan ni en nada ni en nadie, y que sólo van a sacar adelante sus propios intereses, por encima de todo y de todos».
Como un desguace
De esta forma, los miembros del consejo local de esta formación política aseguran que el entorno de las ruinas del convento de Madre de Dios del Campo está lleno de basuras y escombros, «como si de una planta de desguace se tratara». En su opinión, con una simple visita al lugar, quedan unas «imágenes muy claras, que hacen innecesarias las palabras».
Desde IU consideran que, en vez de cuidar este entorno (alguien hablaba de hacer allí un hotel) se está deteriorando de tal manera que actualmente se muestra en una situación en la que «resulta casi imposible hasta recoger la aceituna de las fincas colindantes». Por ello instan al gobierno local a que tome cartas en el asunto para limpiar la zona y vigilar que no se produzcan más vertidos de este tipo, contemplando sanciones ejemplarizantes.
Ruinas
Estado lamentable. La situación del entorno no hace más que empeorar el ya de por sí lamentable estado de las ruinas de la ermita de Madre de Dios del Campo, cuyo origen podría remontarse al siglo XV aunque fue reedificada a mediados del XVIII. Su triste final llegó en 1977, cuando se ordena dinamitar el templo para utilizar parte de sus piedras en la ampliación de la ermita del Pilar (conocida como ermita del Paje).
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