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Como en Grecia

Mi relación con los funcionarios de las oficinas de las delegaciones, consejerías y demás ralea ha sido felizmente poca. Pero para ser tan poca de veras que he tenido más que un motivo para no estar muy contento con los resultados obtenidos. Y eso me lleva a pensar que si hubiese tenido que resolver más asuntos administrativos, más problemas hubiese tenido que tragar. No es consoladora esta especie de estadística existencial porque no nos dice nada bueno.

Mariano Valcárcel González

Miércoles, 11 de mayo 2016, 13:03

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Hay funcionarios y funcionarias y cada uno es un mundo. Y entre ellas y ellos hay excelentes profesionales que no sólo te atienden sino que te facilitan impresos, datos, salidas a las situaciones que te llevan a sus negociados. A mí se me han enviado, de inmediato y por correo electrónico, los impresos que podría necesitar (ni los necesitaba en esos momentos) para resolver un previsible problema; oiga, así, sin pegas ni omisiones. Eso siempre es de agradecer, ¿o no?...

Mas lo contrario es más común. Que necesites información y te la den con cuentagotas, que requieras documentos (solicitudes, instancias, formularios) y nadie se brinde a pasártelos por las vías tecnológicas que se disfrutan y te obliguen a desplazamientos innecesarios. Y ya que estás dentro de un proceso, de un expediente en curso, debes esperar a que pase por las diferentes áreas de resolución, que en general funcionan como filtros ralentizadores o pozos en los que muere de olvido lo demandado. Varios años llevé esperando el certificado de autoría de una novela, tras presentarla y pagar los derechos correspondientes en la Delegación de Cultura. En la de Educación se dignaron a tener en cuenta mis reclamaciones (en un concurso de traslados) cuando la fuerza de las pruebas que presentaba eran ya irrefutables, pero que a su debido tiempo y plazo ellos no habían querido comprobar. Me dieron por jubilado un año, cuando sólo había cambiado de situación administrativa y seguía en activo; por cierto, se permiten en la Consejería dejar resoluciones administrativas sin resolver, atascadas, porque la única funcionaria no ha tramitado nada antes de irse de vacaciones (y, claro, ya nadie la sustituye)...

-Buenos días ? fórmula de educación y cortesía que el funcionario de la primera mesa que uno tropieza ni se digna a contestar, luego uno se fija y tiene al alcance un periódico (eso es lo que tiene en la mesa). Al volver a pasar por su lado uno, cabreado, observa cómo el susodicho está de manos cruzadas sin hacer absolutamente nada. No me nieguen si los indignados no tendrían que andarse a la greña con estos especímenes, o si no es de recibo el que agarren las tijeras y poden a este personal innecesario. Pues innecesarias tendrían que ser las tres señoritas que tan ricamente, en otra covachuela, charlaban de sus cosas entre las mesas de la dependencia. No movían ni un dedo.

Sin embargo sigo diciendo que la culpa no la tienen esos funcionarios y funcionarias que, como los que se vieron en los vídeos se iban tras fichar sus entradas, sino quienes tienen que llevar sus control, que no ejercen sus competencias y hacen la vista gorda para no crearse dificultades y mala prensa (sobre todo los que tienen ambiciones políticas) y los sindicalistas que, sabiendo estos desmanes, los permiten y peor, los justifican. Quizás por sólo un cálculo de influencias y fuerza, haciendo de la parte un todo (se ataca al funcionariado, cuando puede ser que se llame la atención sólo a algunos).

Funcionario soy (fui), pero en un sector en el que la situación es diferente, porque mi ejercicio fue diferente; yo no trabajé con papeles, sino con alumnos y alumnas. Y no es lo mismo. Cada crío o cría que tenía "sobre mi mesa" era necesariamente revisado cada día, cada día lo tenía que cumplimentar y ¡ay de mí! si alguno de ellos se me extraviaba.

Hay funcionarios y funcionarios, qué duda cabe, pero ya va siendo hora de que se esclarezcan las obligaciones, competencias y necesidades en este mundo administrativo y se depuren puestos innecesarios, duplicados, o, simplemente, inútiles.

Para que no acabemos como en Grecia.

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