Borrar
La Milagrosa: más de medio siglo de educación iniciada en el Hospital de Santiago

La Milagrosa: más de medio siglo de educación iniciada en el Hospital de Santiago

Esta historia nos llega por voz de algunas de sus protagonistas directas. Érase el año 1958. En la ciudad de Úbeda faltaban aulas para atender a niños y niñas con ansias de aprender. Y érase que en el Hospital de Santiago había dos Hijas de la Caridad que, antes de la guerra, daban clases a menores cuyas familias querían educar a sus hijos en la fe. Se trataba de sor Nieves Mollinedo y sor Patrocinio Saldaña. Terminada la guerra quedaron prestando servicio a los enfermos en el hospital. Pero la semilla de la enseñanza no se perdió.

Alberto Román Vílchez

Miércoles, 11 de mayo 2016, 14:28

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Entonces llegó a Jaén un nuevo obispo, Félix Romero Mengíbar. Traía nuevas inquietudes, conoció Úbeda y, según cuentan, se quedó prendado. Como pastor que era, pensó en la infancia y juventud de la ciudad. Y en el hospital encontró a las hermanas que le hablaron de su trabajo en la enseñanza. Así volvió a brotar aquella semilla que había quedado escondida, pero no perdida.

En eso que llegaron otras dos hermanas, sor Magdalena Sánchez y sor Ángeles Marquina. Y con la implicación de todos los citados se puso en marcha el colegio de La Milagosa, que quedó establecido en las dependencias del hospital, con la condición de que dichas religiosas ayudasen en lo posible en el trabajo con los enfermos. Después, en el mes de agosto, otras dos religiosas se sumaron al proyecto, sor Francisca Fernández y sor Ventura Luaces, que llegaron para aumentar el número de profesoras y, por tanto, las aulas.

Hacía falta otro espacio

Trabajando mucho y bien, llegó la reconsideración por parte del Gobierno español de la situación de la Enseñanza Primaria en España. La demanda de plazas para escolarizar niños aumentó y las aulas escaseaban. En esta tesitura se encontró también el colegio de La Milagrosa. Por una parte, en el hospital ya no había más sitio disponible. Y por otra, la Inspección de Enseñanza Primaria apremiaba para que se buscase un edificio en mejores condiciones. Ante ello, el Ayuntamiento, presidido por Jerónimo Garvín, se tomo interés, pero ninguno de los edificios disponibles reunía las condiciones adecuadas para un centro de enseñanza.

Previamente, el Ministerio de Educación había decidido hacer un estudio de cada una de las provincias para valorar su situación en cuanto a población escolar, aulas y enseñantes. En la provincia de Jaén lo hizo directamente el director general de Enseñanza Primaria, quien, lógicamente, visitó Úbeda. Si la memoria de quienes nos cuentan esta historia no falla, ocurrió en la primavera de 1959. Y para exponerle una visión correcta de la situación y de los problemas de la educación en la ciudad, el alcalde reunió a todos los directores de centros, estatales y privados.

En estas circunstancias, las Hijas de la Caridad, representadas por su superiora y directora, sor Purificación Díaz, solicitó ayuda para la construcción de un edificio acogiéndose al decreto de reciente publicación por el cual el Ministerio de Educación y Ciencia concedía, a fondo perdido, el importe de la construcción a aquellos centros que, debidamente informados y documentados por la inspección correspondiente, demostraran la necesidad de dichas instalaciones. El 75 por ciento del importe lo ponía el Ministerio, y el 25 por ciento restante se lograba mediante una declaración de interés social, a devolver en 30 años al 4 por ciento.

Cesión de los terrenos

Según cuentan quienes vivieron de cerca los acontecimientos, la noticia corrió rápidamente por la siempre generosa Úbeda. Pilar Lope y Joaquín Palacín invitaron a las hermanas a su casa (no era la primera vez que lo hacían, pues en verano las monjas descansaban por turnos en su finca de La Yedra) y en aquella ocasión les ofrecieron el terreno que necesitasen en los solares de su propiedad, junto a la Ermita del Pilar.

Con toda la documentación en regla y concedida la subvención (aunque no cobrada), se nombró arquitecto a Miguel Ángel Hernández Requejo, y aparejador a Baltasar Muñoz Lara. Y tanto los encargados de obra, como todos los obreros fueron de Úbeda, por expreso deseo del entonces Gobernador de Jaén, Juan Manuel Pardo Gayoso, quien pagó toda la cimentación de los distintos edificios. Fue el obispo Romero Mengíbar quien presentó a las hermanas al constructor de la obra (de apellido Navajas) y al asesor jurídico (apellidado Aguilera Siller).

Así, se dio comienzo a la intervención el día de la Virgen del Pilar de 1965 (el 12 de octubre). Cuando el constructor tenía realizada la tercera parte de las obras, rogó que se hiciera un adelanto del importe, pero el Ministerio no entregaba la mitad de la subvención hasta no haber cubierto aguas (tejados). Por ello, se hizo una consulta al Banco Central y su director, Antonio Guerrero, concedió un crédito puente avalado por Sebastián Villar Arroyo, Julio Corzo y un tercero apellidado Espinar.

1967. Traslado al nuevo centro

Pasaron los meses. Y recibido el total de la subvención, en los primeros días de enero de 1967 las alumnas se trasladaron al nuevo centro tras haber sido equipado con los muebles de las aulas del hospital. Los elementos de la capilla y el material para amueblar las nuevas aulas se construyeron en los talleres de SAFA con el mínimo coste y fueron pagados con cuentagotas. El crucifijo de la capilla, una talla de Ramón Cuadra y Marcelo Góngora, fue regalo del constructor del colegio. Y cabe añadir que tanto el arquitecto como el aparejador renunciaron a sus honorarios.

Los ingresos que recibía el colegio procedían de la aportación de 10 pesetas por cada alumna, con lo que se les pagaba a las profesoras un sueldo mísero, que no era de justicia. Así, el centro se encontró en un callejón sin salida. En una de las visitas del inspector de la Delegación de Jaén, se informó a las hermanas que el Ministerio estaba estudiando crear centros privados subvencionados. Para entonces ya funcionaba la Asociación de Padres de Alumnos (APA), con una directiva formada por Rafael Vañó, José Luque, Eduardo García Valero y Luis Molina.

De esta forma, se estudió la manera de poder llegar al Ministerio y recibir información suficiente para hacer la petición. Con la documentación acreditativa, avalada por el informe muy favorable de la Inspección de Enseñanza Primaria, la dirección del centro y la directiva de la APA, fueron recibidas por el director general de Programación e Inversiones, quien quedó sorprendido de cómo le expusieron la realidad y situación del colegio.

El tema de los centros privados subvencionados estaba en estudio, pero los de Úbeda se mostraron decididos, pues sabían que en el País Vasco funcionaba ya un centro subvencionado y no estaban dispuestos a que Andalucía fuera menos merecedora de la ayuda que demandaban.

Colegio privado subvencionado

Pasados unos días, el propio director general, José Ramón de Villa Elízaga, se puso personalmente en comunicación con el centro ubetense para pedir que de nuevo se presentasen en el Ministerio y así ultimar las condiciones para la concesión de lo solicitado. Con ello, La Milagrosa empezó su andadura como colegio privado subvencionado, su personal quedó incluido en la Seguridad Social y además la enseñanza empezaría a ser mixta.

En dos meses se recibieron los sueldos de todo el profesorado de Enseñanza Primaria. Y para las profesoras de Párvulos, que no quedaban incluidas en la subvención, la comunidad decidió ceder sus propios sueldos para poder pagarles y evitar desigualdades. Con ello, el colegio siguió funcionando y, con el paso de los años, fue adaptándose a la realidad de cada momento hasta llegar a nuestro días en perfecto estado de salud. Pero eso ya es otra historia.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios