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Alberto Román
Domingo, 22 de enero 2017, 12:21
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Dos investigadores ubetenses, pertenecientes a la Universidad de Granada, han desarrollado un estudio con el que han demostrado que a las personas que consumen cocaína les resulta más difícil olvidar datos irrelevantes, por lo que les cuesta más, a su vez, olvidar intencionadamente. Esta es una de las conclusiones obtenidas por Manuel Ruiz y Teresa Bajo, del grupo de Memoria y Lenguaje del CIMCYC (Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento), quienes han realizado el trabajo junto a Lorenza Colzato, compañera también de la universidad granadina, y Daniela Paolieri, de la Universidad de Leiden (Países Bajos).
Los investigadores sugieren que el consumo de cocaína puede alterar el proceso de control implicado en la supresión de diferentes tipos de memorias irrelevantes, de forma que las personas que consumen cocaína apenas serían capaces de olvidar información irrelevante o persistente.
Un ejemplo de esto se podría relacionar con pensamientos intrusivos o repetitivos que llevan a adictos a la cocaína a consumir de nuevo, provocando que el proceso de desintoxicación sea más complejo. Además, los investigadores han observado que este resultado ocurre tanto en consumidores recreativos (entre uno y cuatro gramos de cocaína al mes regularmente durante los últimos dos años) como en consumidores crónicos, que habían iniciado un tratamiento de desintoxicación.
El equipo al que pertenecen los dos investigadores ubetenses ha realizado una serie de experimentos dirigidos a observar cómo el consumo de cocaína altera los procesos de olvido de información irrelevante, enlenteciendo e interfiriendo con el proceso de recordar.
Experimentos
Para probar esta hipótesis, los investigadores realizaron experimentos en los que participaron un grupo de consumidores recreativos de cocaína, un grupo de consumidores crónicos y dos grupos de personas que nunca habían consumido drogas y que servían como grupo control de comparación.
Todos ellos realizaron una sencilla tarea de memoria que constaba de dos sesiones experimentales diferentes. En la primera de ellas, se les pedía que estudiasen unas listas de palabras que luego debían de recordar pasado un corto periodo de tiempo. En la segunda, de nuevo se les hacía memorizar unas listas de palabras, con la diferencia de que se les pedía que olvidasen una de las listas que acababan de estudiar, aunque al final del estudio se les pedía que recordasen tanto las palabras que debían estudiar, como aquellas que debían ser olvidadas.
Tal y como los investigadores esperaban, tanto los consumidores recreativos como crónicos fueron incapaces de olvidar intencionalmente aquellas palabras que eran irrelevantes para la tarea. Las palabras irrelevantes no olvidadas parecían interferir con las relevantes, dificultando así su recuerdo.
El ubetense Manuel Ruiz Muñoz, del CIMCYC y uno de los autores del trabajo, explica que «la memoria no consiste solamente en almacenar y extraer recuerdos. Olvidar es un proceso tan importante como los anteriores, ya que permite desechar la información que no es relevante o necesaria, para permitir que otros recuerdos más relevantes sean codificados y almacenados con mayor eficacia».
Desde hace tiempo, científicos en el campo de la psicología y neurociencia cognitiva han estudiado y puesto en relieve los daños que sufren los consumidores de drogas estimulantes tal como la cocaína. El consumo prolongado de esta sustancia altera, entre otras, las zonas cerebrales y neuroquímicas encargadas de los procesos mentales relacionados con la selección y el procesamiento de la información que recibimos del mundo a través de los sentidos, y de la posterior elaboración que nuestro cerebro realiza de esta información.
Los investigadores, basándose en estos hallazgos, sugieren que el consumo de cocaína puede estar alterando el proceso de control implicado en la supresión de diferentes tipos de memorias irrelevantes. «De esta manera, aquellas personas que consumen cocaína apenas serían capaces de olvidar información irrelevante o persistente. Un ejemplo de esto se podría relacionar con pensamientos intrusivos o repetitivos que llevan a adictos a la cocaína a consumir de nuevo, provocando que el proceso de desintoxicación sea más complejo», apunta Ruiz.
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