Alberto Román Vílchez
Miércoles, 11 de mayo 2016, 14:45
La primera cita fue en la Basílica Menor de Santa María de los Reales Alcázares. Un poco más tarde de lo previsto, tras reunirse la directiva y decidir que seguían adelante, se abrieron las puertas del templo, extendiendo de dentro hacia afuera un respetuoso silencio que poco a poco tomó la plaza Vázquez de Molina.
Publicidad
Mientras el guión de penitentes y la tradicional orquestina salían pausadamente, en el interior los costaleros tomaban posiciones, entre abrazos y gestos de ánimo tras rezar en grupo ante la imagen de su titular. Minutos más tarde, la Virgen de Gracia, obra de Ramón Cuadra sobre un paso de palio de Orovio de la Torre con bordados de Francisco José Perales Perales, cruzó la puerta poco a poco. Y justo después los aplausos premiaron el esfuerzo por parte de los costaleros, que deben cargar a media altura hasta que traspasan el arco y el capataz puede gritar aquello de «al cielo con ella».
La imagen lució un nuevo manto, con un escudo carmelitano, que se pudo estrenar en la calle ante miles de personas agolpadas en las aceras. Cerró el desfile, por tercer año, la Sociedad Filarmónica Nuestra Señora de Gracia acompañando el paso de la Virgen. Destaca de esta cofradía la gran cantidad de niños que forma parte del cortejo, lo que asegura su futuro cuando se cumplen 30 años de su primera salida procesional (33 de su fundación).
Teniendo en cuenta la posibilidad de lluvia, una vez que se superó la plaza del Marqués, la hermandad decidió no arriesgarse y cambiar el recorrido, subiendo la calle Rastro para después bajar el Real y encerrarse en Santa María. Con ello se guardaba en la manga la posibilidad de entrar en la Trinidad si llovía. Así, este año no discurrió por el entorno de la Cava, el barrio de San Lorenzo y la Puerta de Granada, lugar donde se suelen reunir cientos de personas para ver bajar la cuesta existente. Se perdieron con ello estampas muy emocionantes. Aunque se dio lugar a otras por la plaza de Andalucía no menos destacables.
Costaleros y bombos
A las diez y desde el Real Monasterio de Santa Clara, realizó su salida procesional la Hermandad de Costaleros, cofradía de gran trayectoria (fundada en 1984) aunque procesionó por primera vez por las calles de Úbeda hace siete años.
Publicidad
La principal novedad estuvo en el acompañamiento que le brindaron los Esclavos del Perdón, que procesionan en el Martes Santo almeriense con la hermandad del mismo nombre, cuyo origen tiene mucho que ver con Úbeda pues algunos de sus fundadores procedían de la ciudad de los cerros, quienes se inspiraron en las cofradías de la Noche Oscura y de la Buena Muerte. Estos quince ubetenses (dieciséis, pues también iba un niño), que llevan casi 30 años en funcionamiento aunque en su ciudad solo se les ha podido escuchar ensayando, cumplieron así su anhelado deseo de ofrecer sus toques de silencio por las calles de Úbeda. Lucieron hábito penitencial morado con capuz prestado por la hermandad del Nazareno de Jódar y faja con el escudo del Cristo de la Pasión. Y gracias a ellos, la Hermandad de Costaleros vio también como se hacía realidad su idea de abrir el desfile con una banda de silencio.
El Cristo, estrenado el pasado año, es una imagen realizada en el taller Arte y Restauraciones Moreno por las ubetenses de adopción María Esther y Laura Moreno. Tallado en madera de cedro real y policromado al óleo, representa a Jesús sentado en el Gólgota, presenciando la preparación de la cruz en la que será ajusticiado. Su mirada es serena, resignada y reflexiva, profunda, misericordiosa y llena de humanidad. Y su cuerpo aparece lacerado y herido por las torturas previamente recibidas.
Publicidad
El cortejo estuvo identificado por la sobriedad, la sencillez y el silencio. Los elementos característicos fueron el hierro y el barro, ya que muchos de los atributos y enseres que portaron los hermanos han salido de los talleres de forja y de los alfares de la ciudad.
El desfile, que comenzó con el acompañamiento musical del Ensemble EnClave de Úbeda, fue precedido de una cruz de guía y ciriales, recorriendo las callejuelas situadas entre el barrio de Santo Domingo y la plaza Primero de Mayo. En este último lugar hubo estación de penitencia ante la iglesia de San Pablo, a cuya puerta se asomó la Virgen de la Fe de la cofradía de la Humildad.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.