Borrar
Antonio Espadas ante una de sus obras. ROMÁN
Adiós a Antonio Espadas, el pintor de la Úbeda eterna

Adiós a Antonio Espadas, el pintor de la Úbeda eterna

La ciudad despide a un Hijo Predilecto del que quedan sus obras, como ser humano bondadoso y como artista

Alberto Román

Úbeda

Jueves, 28 de enero 2021, 20:04

«Me retiro, ésta es la última», nos dijo en junio de 2019 a todos los que acudimos a la inauguración de la que, efectivamente, fue su última exposición. Aunque aclaró que dejaba de exponer, por el esfuerzo que suponía, pero no de pintar. Algo que, según aseguró, seguiría haciendo «mientras pueda sujetar el peso de la paleta y la espátula». Y así fue.

Hoy esa paleta y esa espátula se han quedado huérfanas ante un lienzo en negro. Hoy Úbeda llora la muerte de Antonio Espadas Salido, su querido Hijo Predilecto, cuyo corazón era tan grande como su talento. Un corazón que se ha parado y ha detenido el tiempo para que a partir de ahora permanezca en nuestra memoria, como él hacía con sus cuadros, en los que atrapaba momentos para que perduraran siempre.

Nacido en 1933, era un enamorado de su tierra, la cual plasmaba como nadie en su pintura, haciéndola eterna. Úbeda, como la miraba Antonio Espadas, era más Úbeda todavía. Porque no la miraba con los ojos, sino con el alma. Porque veía en ella la esencia, lo que queda en el recuerdo y todos vimos alguna vez, aunque a veces solo fuera un espejismo. Todo eso conseguía estamparlo con el filtro de la memoria, que es el que evocaba momentos, lugares y personas. Y aunque su pintura destacaba por la ausencia de estas últimas, rebosaba de vida.

Úbeda, como la miraba Antonio Espadas, era la ciudad que debe ser, la que permite un paseo contemplativo, silencioso y solitario; la que embelesa en cada rincón, en cada callejuela; la que descansa tras jornadas de intenso trabajo; la que tiene decenas de grandiosas fachadas pero enamora cuando se camina por las calles que se ocultan tras esos monumentales edificios.

El equilibrio entre las luces y las sombras, los rayos del Sol sobre una verde pradera o un campo de olivos, los reflejos de los faroles en el suelo mojado durante una noche de lluvia o los cálidos dorados de las piedras centenarias, fueron su seña de identidad, tanto en sus óleos como en las acuarelas.

Comerciante

Hombre del pueblo, sencillo y humilde, se ganó el cariño de sus paisanos durante varias décadas tras el mostrador de su recordada droguería del número 51 de la calle Real, donde también impartió algunas clases de pintura. A través del trabajo sobre la historia comercial de la calle Real que firma Diego Godoy, sabemos que el negocio lo abrió su padre, Antonio Espadas Garrido, un 5 de agosto de 1929, manteniéndolo hasta que falleció en 1960. Fue entonces cuando cogió el relevo Antonio Espadas Salido tras unos años en los que al frente estuvo su madre. Junto al género habitual y al dedicado al arte de la pintura, incluyó artículos dedicados a las bromas, de los que se convirtió en precursor en la ciudad. El local era conocido además como lugar de tertulia. La droguería de Espadas cerró el 15 de julio de 1999, perdiéndose un auténtico emblema del comercio tradicional ubetense.

Muy implicado en la vida cultural ubetense, Antonio Espadas destacó igualmente como escritor y actor, desarrollando sus grandes dotes interpretativas en los grupos locales Maranatha o Tirsos y Caretas. Y como ilusionista colaboró con toda buena causa que le plantearon, siendo habitual en el grupo Sembradores de la Alegría que llevaba sus variedades por residencias de mayores de toda la provincia. Qué bonita la palabra ilusionista y que fácil es aplicarla a este ubetense en todos los sentidos.

Hombre de profundas creencias, que promulgaba siendo ejemplo de bondad y entrega a los demás, mantuvo una estrecha relación con la sección ubetense de la Adoración Nocturna, que le nombró pregonero de la fiesta del Corpus Christi en 2002. También pregonó la Semana Santa de Úbeda en el año 1990.

Hijo Predilecto

En 2004, en el transcurso del acto institucional del día de la Constitución y ante numerosos paisanos, fue reconocido públicamente como Hijo Predilecto de Úbeda. Porque para cualquier ciudad es una suerte tener hijos como Antonio Espadas, ciudadanos ejemplares, comprometidos, trabajadores, dispuestos a todo sin pedir nada a cambio. Buenas personas y personas buenas, que hacen ciudad a su alrededor. Que hacen de este mundo un mundo mejor.

Tras asegurar desde el atril que no merecía tal distinción, en su discurso de agradecimiento dijo: «yo no he hecho por Úbeda más de lo que ella ha hecho por mí. Ella me dio su cuna, me ha dado -como bien dijera el poeta- hogar y mantel, me ha dado un oficio cómodo y digno para ejercer mi trabajo con vocación y alegría durante cincuenta años, me ha dado familia y amigos, me ha dado su ambiente artístico maravilloso para satisfacer mis aficiones… Y por si fuera poco todo ello, hoy me regala también este galardón que pone de manifiesto el exceso de generosidad con que me habéis juzgado».

«El hecho de haber nacido en Úbeda, el hecho de considerarme amante de las cosas de mi pueblo y el hecho de verlo convertido en Patrimonio de la Humanidad ya eran, para mí, premios mucho más que suficientes; lo demás sobraba todo», añadió.

Qué suerte ha tenido Úbeda al contar con artistas que la han mirado como la miraba Antonio Espadas. Qué falta hacen ubetenses así. Por tantas cosas como hizo y logró, queda en el recuerdo de toda una ciudad. Y quedan sus obras. Primero como ser humano bondadoso. Y luego como artista, autor de unos cuadros en los que Úbeda rezuma Úbeda.

Nadie ha pintado Úbeda con tanta constancia y amor

Antonio Espadas Salido inició su formación en dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Úbeda. Aprobó el ingreso en la Facultad 'Santa Isabel de Hungría' de Sevilla y, a partir de 1955, comenzó su actividad expositiva por diversos municipios de la provincia (Linares, Jaén y Quesada), compartida con su trabajo cotidiano en su recordada droguería de la calle Real. Así lo escribe el historiador del arte José Manuel Almansa.

Artista vocacional y sensible, su pintura recreó de manera sincera su universo más próximo. En cuanto a su estética, se relacionó con una visión postimpresionista, concebida con pinceladas delicadas, reflejando paisajes (generalmente rincones de Úbeda y campos de olivares), con tonalidades cálidas. Como el propio pintor llegó a decir, «en el paisaje que me rodea -en el de mi tierra-, las luces y las sombras juegan y se complementan de una forma muy especial, y no me refiero a las que el día determina; aludo, también, a las que se engendran en la noche». Generalmente solían ser paisajes donde no aparecía gente, «porque la gente está dentro, más allá de la luz, en ese bar que hace esquina, en el balcón cerrado, viendo pasar la vida».

Su obra ha sido expuesta en numerosas ocasiones, tanto de forma individual como colectiva, especialmente en la provincia de Jaén, así como en Madrid, Málaga e incluso México. Fue muy exitosa la muestra retrospectiva que protagonizó en 1996 en la sala de exposiciones del Hospital de Santiago de Úbeda, con un centenar de piezas. Una gran acogida que se repitió en 2012, en el mismo espacio, con la muestra 'Espadas Salido. El óleo y la acuarela en mis paisajes'.

Última exposición

Su última exposición estuvo en la sala Pintor Elbo del centro cultural Hospital de Santiago en el verano de 2019. Bajo el título 'Los paisajes del alma' permitió disfrutar de esa Úbeda que solo Antonio Espadas era capaz de descubrir. Incluyó unos setenta cuadros de distintos formatos pintados durante unos setenta años dedicados a la pintura. Fueron como ventanas abiertas desde las que uno se podía asomar para mirar con los ojos del alma del autor. Además, la muestra permitía apreciar cómo había evolucionado la técnica del pintor, cómo los detalles comenzaron a difuminarse poco a poco en favor de una atmósfera casi mágica.

«No creo que nadie haya pintado -retratado- a su amada Úbeda en tantas ocasiones, con tanta constancia y amor como lo ha hecho en los últimos setenta años Antonio Espadas Salido», escribía su nieta, la diseñadora Tíscar Espadas, en el texto introductorio de la exposición.

Algunas de sus obras adquirieron un cariz institucional, como la que sirvió de cartel de feria en 2004 o la que anunció el carnaval de 2015. Igualmente elaboró el diploma artístico que se entregó a Joaquín Sabina en 2017 para nombrarle también Hijo Predilecto de Úbeda. Además, gracias a él y a sus gestiones, la localidad pudo disfrutar de la más importante exposición de otro ilustre pintor ubetense, José María Tamayo, de cuya obra fue un gran admirador y defensor. Tanto que escribió el libro 'Vida y obra pictórica del ubetense José María Tamayo Serrano (1888-1975)', presentado en una nueva edición en 2019.

Junto a todo ello, supo transmitir a los suyos su pasión por el arte y la belleza. Un claro ejemplo es su hijo, el escultor e imaginero ubetense Antonio Espadas Carrasco. También sus nietas, la ilustradora y diseñadora de moda Tíscar Espadas y la bailarina Celia Espadas.

Espadas Salido con su cartel de feria, en una gala benéfica y como actor. ROMÁN
Imagen principal - Espadas Salido con su cartel de feria, en una gala benéfica y como actor.
Imagen secundaria 1 - Espadas Salido con su cartel de feria, en una gala benéfica y como actor.
Imagen secundaria 2 - Espadas Salido con su cartel de feria, en una gala benéfica y como actor.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal Adiós a Antonio Espadas, el pintor de la Úbeda eterna