El Festival Flamencos y Mestizos finalizó aunando duende y artesanía

Ante el horno árabe de la alfarería, donde se siguen las maneras y los modos de este ancestral oficio, el cante y el toque sonaron a gloria, ancestrales, en un ambiente cargado de emociones y de marcado acento ubetense. La juventud de José Costales contrastó con la veteranía de Paco Sánchez, en una suerte de mano a mano sin vencedores pero con el público rendido al arte de ambos cantaores. La réplica a la guitarra estuvo sobradamente a la altura.

Respecto a anoche, el arte se trasladó a la plaza del Ayuntamiento, donde se encuentra la alfarería de Juan Tito, recientemente reconocido como 'Tesoro viviente' de la artesanía. No es para menos, pues sus manos atesoran siglos de tradición y conocimiento, todo lo cual ha sabido transmitirlo a su hijo Juan Pablo, quien no cierra la puerta a la vanguardia. Allí, en el patio situado tras el obrador, se contó con dos gaditanos, Juanito Villar y Ángel Pastor, cuya voz resonó entre lebrillos, cántaros y vasijas.

Los numerosos aficionados congregados disfrutaron de un magnífico recital que brilló en los cantes más profundos, con el que el arte de Cádiz se materializó por estos cerros. Finalizó así la quinta edición de Flamencos y Mestizos, ciclo ideado y dirigido por el productor y compositor ubetense Paco Ortega, que un año más hizo honor a su nombre, presentando una gran variedad de formas de entender un género tan abierto y tan cerrado, tan centrado y tan disperso, tan antiguo y tan moderno, que es capaz de reclutar a públicos de todo tipo. Por algo el flamenco, al igual que Úbeda, es Patrimonio de la Humanidad.