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Alberto Román
Úbeda
Jueves, 4 de agosto 2022, 02:30
La motivación artística es con frecuencia algo caprichosa, a veces esquiva si se busca con ahínco y otras surge por sorpresa sin causa aparente. En el caso de Pedro Arias Moreno 'Peris' (Úbeda, 1966), licenciado en Bellas Artes desde 1989 por la facultad Santa Isabel de Hungría de Sevilla, llegó a través de la iglesia de San Lorenzo, después de la visita que realizó durante unas jornadas celebradas en la aledaña Escuela de Arte 'Casa de las Torres' de Úbeda. Desde niño había contemplado el viejo monumento, siempre herméticamente cerrado, como envuelto en un halo mágico. En su recuerdo brumoso flotaba la imagen del cura de la parroquia de Santa María, con su larga sotana de color negro, que abría su chirriante portón para deslizarse raudo hacia la oscuridad del interior. Y después, de nuevo el silencio y el misterio.
La fantasía infantil de 'Peris' tomó un giro al contemplar de nuevo el templo con la luz, esta vez, de sus puertas abiertas. Las tinieblas del interior dieron paso a un luminoso mosaico de texturas y colores que son como el reducto último de lo que fue, una lenta y progresiva decantación de su atribulado discurrir por el tiempo. Y su santo titular, San Lorenzo, el mártir que cuenta la tradición cristiana que fue quemado vivo por mantener su fe, parecía simbolizar también esa sustancia última en los rescoldos de su parrilla. «Te metes en un camino y el camino te va llevando», afirma el artista.
Pero la senda que había iniciado comenzó a tomar unos derroteros imprevisibles y dramáticos, con la irrupción de la pandemia provocada por la Covid-19. El confinamiento absoluto y forzoso al que nos sometió la enfermedad ha sido para muchos artistas un tiempo de indagación y creatividad. En el caso de Pedro Arias, sirvió para dar forma a su proyecto artístico. Una idea que comenzó a desarrollar emborronando carpetas y decenas de cuadernos con tinta china, y que terminó haciendo de su casa un improvisado y dislocado estudio de pintor. «Había lienzos por todas partes, colgados en las paredes, sobre otros cuadros, por las estanterías, por los suelos…», comenta el artista, agradecido por la comprensión que demostró su familia ante aquella inesperada invasión de pinceles y botes de pintura.
El resultado se puede ver en la exposición 'Lloviendo piedras', que permanecerá abierta al público hasta el 21 de agosto en el citado templo recuperado para la cultura por la Fundación Huerta de San Antonio. Refleja el proceso de depuración de esta idea plástica a lo largo de tres años de pandemia. «La he ido disgregando, haciéndola cada vez más delgada hasta llegar a lo último, a la esencia, porque es eso lo que queda tras el ardor del martirio en la hoguera, rescoldos de negrura, restos de lo vivido, la memoria de lo sacrificado, el silencioso mundo de ser», sostiene 'Peris'.
Los lienzos de la muestra, nueve más uno de gran formato que ocupa el altar mayor, son una profunda reflexión sobre la pervivencia del alma de aquello que fue. Cómo de lo negro, lo inerte, nace una nueva llama de sutiles matices que batallan contra el olvido. La sigilosa idea de hacerse más fuerte, más resistente, para sortear las piedras del camino. Obstáculos grandes, como lo está siendo el de la pandemia, y otros más que a buen seguro vendrán a caer como meteoritos en nuestras vidas, incitándonos a visitar su interior, a hacernos cómplices.
Así, desde esta irreductible esencia, solo pequeña e insignificante en apariencia, el artista crea un marco poético de equilibrio y armonía que sirve de hilo conductor al espectador. Una nueva propuesta visual que invita a descubrir la emoción artística en lo intangible y etéreo, en lo que resulta incomprensible, como las piedras que nos llueven sin cesar.
De esta forma, las líneas y los círculos predominan en la muestra 'Lloviendo piedras'. Formas primarias, de colores muy básicos, que concentran una latente e inquietante tensión entre sí, «como avisando de que nosotros seremos los próximos mártires», aclara el pintor. Con esta premisa, su paleta de colores no podía ser otra que el negro y la gama de grises que lleva hasta él, con algunas escuetas pinceladas de tonalidad diferente. Otro elemento utilizado para crear el trasfondo poético deseado en el conjunto pictórico es el propio lienzo, de una urdimbre muy fina que imita la ligereza del papel.
Una estética que, en el caso de Pedro Arias, evoca a su formación como grabador. En la Escuela de Arte 'Casa de las Torres' de Úbeda realizó durante dos años la especialidad en grabado y técnicas de estampación. Un tiempo, rayando el año 2000, en el que realiza una considerable producción de aguafuertes y que le lleva a involucrarse en el Museo del Grabado de Marbella, participando en diversos experimentos y talleres. Fruto de esta actividad fue el Premio Nacional de Grabado 'José María Morales' en 1995, el Premio Nacional de Grabado de la Asociación de Amigos del Museo Español de Grabado Contemporáneo de Marbella y el primer premio de grabado en 'Nómadas, artistas del movimiento' de la Diputación de Málaga, entre otros reconocimientos.
Además del grabado, Pedro Arias 'Peris' también ha trabajado la escultura, aunque su mayor producción artística tiene lugar en el ámbito de la pintura. Una actividad que compagina desde hace más de treinta años con la docencia, como profesor en la Escuela de Arte 'José Val del Omar' de Granada. En la actualidad, su obra forma parte de la pinacoteca de diversas instituciones andaluzas, entre las que destaca el museo Zabaleta de Quesada, en Jaén, el museo del Grabado Contemporáneo de Marbella, y el museo Cruz Herrera y la Fundación Manuel Ales, en la localidad gaditana de La Línea.
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