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Alberto Román
Úbeda
Lunes, 27 de julio 2020, 17:48
En su segunda velada, el Festival de Música de Verano (FestMuve), presentado este año bajo el epígrafe 'Úbeda gira', colgó el cartel de «no hay localidades» para recibir al violinista Ara Malikian, quien encandiló con su música a las alrededor de ochocientas personas reunidas en la plaza de toros para disfrutar de un recital de corte intimista pero no exento de momentos trepidantes, en los que el instrumentista hizo alarde de su virtuosismo. Tampoco faltaron anécdotas de su ascendente trayectoria, algunas realmente hilarantes, que generaron una total complicidad con el público.
La de anoche no era la primera ocasión que el músico, de origen libanés y ascendencia armenia, se paseaba por estos cerros. Lo hizo por primera vez en mayo de 2007, dentro del Festival Internacional de Música y Danza 'Ciudad de Úbeda', con un concierto en solitario memorable celebrado en el Archivo Histórico Municipal. Y en esa misma visita, acompañado por otros músicos, protagonizó un recital didáctico dirigido a escolares. También en 2007, aunque unos meses más tarde, en octubre y dentro de la Muestra de Teatro de Otoño, pisó las tablas del Ideal Cinema de la mano de la compañía Yllana, protagonizando la primera entrega de la obra de humor gestual 'Pagagnini'. Y regresó en mayo de 2016, de nuevo dentro del Festival de Música y Danza, con grupo y espectáculo propio del que ofreció dos sesiones en dos días consecutivos, celebrando sus quince años en España y llenando en ambos casos el auditorio del Hospital de Santiago. Polifacético donde los haya, en su trayectoria ha tocado todos los palos, géneros y estilos.
Malikian, que ha grabado mas de 40 discos y ha creado su propia orquesta y un lenguaje único, no estuvo solo sobre el escenario de FestMuve. Llegó acompañado al piano por Iván 'Melón' Lewis, músico cubano afincado en España que ha colaborado con algunos de los más grandes artistas de este país, siendo varias veces nominado a los premios Latin Grammy y considerado como uno de los pianistas más influyentes de su generación.
Ara Malikian viene recorriendo con él toda la geografía nacional y demostrando sus ganas de actuar tras un periodo de confinamiento que le hizo replantearse muchas cosas. En esta nueva normalidad su nombre aparece en gran parte de los festivales que están reflotando el panorama de la música en directo, en una clara apuesta por demostrar que la cultura es viable y necesaria en estos tiempos de incertidumbre.
Violinista y pianista repasaron las diferentes canciones del nuevo disco del primero, 'Royal Garage', desde un punto de vista más clásico y cercano. Tan cercano que Malikian optó por comenzar el recital paseándose por el tendido y el ruedo, entre el público, provisto de la preceptiva mascarilla. Después de varios meses sin conciertos, bromeó con la posibilidad de estar tocando 18 horas y 33 minutos. Finalmente el concierto se quedó en algo más de dos.
Con su particular forma de ver la vida y contarla, el libanés introdujo cada tema con una pequeña anécdota o historia en clave de humor, dando a la velada un punto desenfadado y cercano. Si alguien se quedó con ganas de más, es muy recomendable el documental 'Una vida entre las cuerdas' que protagoniza, ideal para conocer el universo Malikian.
La noche estuvo marcada por la fusión de culturas y músicas. Entre los temas que formaron el repertorio estuvieron 'Bourj Hammoud' evocando sonidos armenios, 'Bachelorette' de la islandesa Björk a la que admira, 'Pisando flores' con aires orientales, judíos y alemanes, o 'Las milongas de Kairo' dedicado a su hijo. Respecto a la selección más clásica, pasada por el particular tamiz de Malikian, incluyó el aria 'Preludio' de Bach, 'Canción que me cantaba mi madre' de Antonín Dvorak, 'La campanella' de Niccolo Paganini, 'Introducción y rondó caprichoso' de Camille Saint-Saëns o el 'Valse Scherzo' de Tchaikovsky. Y presentó ante los presentes una canción inédita, una nana compuesta durante el periodo de confinamiento y dedicada a los mayores fallecidos en soledad a causa del coronavirus. Un momento realmente emocionante.
Fue una noche redonda, como la plaza de toros. Los asistentes se marcharon satisfechos con lo vivido, visto y escuchado. Y los artistas se llevaron los aplausos y las sonrisas que atravesaron las mascarillas de los presentes.
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