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Alberto Román
Úbeda
Sábado, 22 de agosto 2020, 12:41
Se notó que, con la que está cayendo, había ganas de echarse unas risas. Eso sí, con todas las medidas de seguridad. La plaza de toros de Úbeda colgó el cartel de «no hay localidades» para recibir a Martita de Graná, quien se ha ganado el cariño del público gracias a sus hilarantes vídeos colgados en internet, cuyas visualizaciones se multiplicaron durante el periodo de confinamiento. Se trató de la segunda velada dedicada al humor del Festival de Música de Verano (FestMuve) tras la actuación, en días pasados, del Comandante Lara. Y, dentro del evento, fue la segunda vez que se completó el aforo permitido (la primera lo consiguió el violinista Ara Malikian).
Martita de Graná se mostró tal cual es, tanto ella como su personaje, claramente inseparables e indivisibles. Es ahí donde reside parte del secreto de su éxito, en que son la misma cosa, en que detrás no hay imposturas ni artificios. Así, todo lo que cuenta suena a verdad, a sinceridad brutal y absoluta, lo cual genera una total complicidad con el público, el de internet y el de los bolos en vivo. Lógicamente utiliza el recurso del extremo y la exageración para moverse por el terreno de lo humorístico, pero hasta la mayor de las barbaridades que salen por su boca, hasta la más rocambolesca de las historias que cuenta, resulta creíble en ella.
En Úbeda generó carcajadas continuas, que no se vieron (por las mascarillas) pero sí se escucharon, junto con aplausos y todo tipo de piropos. Porque en directo es un auténtico torbellino que no deja títere con cabeza y multiplica el efecto de sus vídeos, los cuales también utiliza durante el espectáculo para descojonamiento general de sus seguidores. En las proyecciones incluye hasta un cameo de su señora madre a modo de videoconferencia.
Lo de Martita de Graná es humor sin filtros, sin complejos, sin pelos en la lengua. Es el arte de reírse de las cosas cotidianas y de sí misma, y hacerlo con muy buena pata. La genialidad de narrar como si tal cosa las historias más íntimas, exponiéndolas con pelos y señales (a veces con más pelos que señales). Mola lo que cuenta. Pero mola más cómo lo cuenta, con ese deje 'granaíno' tan característico. Por eso se ha convertido en un fenómeno que ha traspasado las pantallas de móviles, ordenadores y táblets. Y lo que le quede a esta artista de nombre en diminutivo pero que es tan grande como la ciudad que utiliza de apellido artístico.
El Festival de Música de Verano encara hoy sábado su recta final con El Kanka, que subirá al escenario de la plaza de toros a partir de las diez de la noche. Juan Gómez Canca empezó a coquetear con el mundo de la música en Málaga, su ciudad natal, donde compaginó sus estudios de económicas y filosofía con el conservatorio. En 2007, y después de haber liderado Doctor Desastre y T de Trapo, inició su carrera en solitario en el que ahora es su actual proyecto, El Kanka, un estilo de fusión particular que da vida a canciones que conjugan una variopinta combinación de estilos con una notable madurez y un alarde de cotidiana ironía en las letras. El malagueño puede presumir de ser uno de los artistas más reconocidos y laureados de todo el territorio español. Llegará a Úbeda tras su exitosa gira 'Donde caben dos caben tres', con la que llenó los principales recintos de este país y que acabo en el Wizink Center de Madrid.
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