Campamento de irreductibles ubetenses

«Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos... ¿Toda?. ¡No!. Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor. Y la vida no es fácil para las guarniciones de legionarios romanos en los reducidos campamentos de Babaórum, Acuárium, Laudánum y Petibónum...».

Alberto Román Vílchez

Miércoles, 11 de mayo 2016, 12:54

Este texto que introduce cada uno de los álbumes que narran las famosas aventuras de Astérix y Obélix sirve perfectamente para hablar de los campamentos de verano que la Asociación de Jóvenes de Acción Católica de Úbeda celebra anualmente en la playa de La Barrosa, situada en la localidad gaditana de Chiclana de la Frontera. Sólo habría que cambiar algunos pequeños detalles: el año sería 2012 después de Jesucristo, el lugar la costa de Cádiz, como invasor está el turismo, y el reducto sería el recinto que ocupa el campamento poblado por irreductibles acampados. En cuanto a las guarniciones, bien podrían ser los hoteles, chalets, urbanizaciones y campos de golf colindantes.

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Y es que, este campamento, el más antiguo y con más tradición de la ciudad ubetense y seguramente de la provincia de Jaén, con 54 años a sus espaldas, ha permanecido impasible mientras presenciaba los continuos y abismales cambios que se han ido produciendo en su entorno en el último medio siglo (y lo que quede por llegar). Cuando comenzó a funcionar, después de pasar por diferentes emplazamientos antes del actual, era una parcela ocupada por tiendas de campaña e instalaciones muy básicas, y rodeada sólo y exclusivamente por bosque y playa.

En cambio, ahora, sus límites lindan con chalets por los cuatro costados, urbanizaciones de lujo, hoteles de muchas estrellas con campos de golf, zonas de ocio y todo tipo de servicios surgidos del turismo masivo que esta magnífica zona del sur de España acoge. Cierto es que se conserva un pequeño bosque (convertido en merendero y zona de esparcimiento) y una playa maravillosa (ocupada por sombrillas, toallas y olor a bronceador).

La misma esencia de hace 50 años

No obstante, y pese a que lo más lógico hubiera sido dejarse influenciar por el exterior, la aldea de estos irreductibles ubetenses, esto es, el campamento, mantiene el sabor de sus primeros días y sigue fiel a sus principios, para satisfacción de todos los que disfrutan de él. Lógicamente, las instalaciones se han ido renovando y modernizando, las actividades han evolucionado y han crecido cualitativa y cuantitativamente, y las caras han ido cambiando, pero la esencia es la misma que ya sintieron sus primeros pobladores.

Han sido muchas las generaciones que han pasado por este rincón de Úbeda en Chiclana, muchos los ubetenses que vieron por primera vez la playa gracias a JAC, algunos de ellos con escasos medios económicos, y que ahora ven cómo sus hijos disfrutan de 12 días inolvidables al igual que ellos lo hicieron en otro tiempo. Incluso se dan casos de abuelos que fueron acampados como ahora lo son sus nietos.

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Tercer y último turno

En la tarde del pasado domingo regresaron a la ciudad un centenar de jóvenes que participaron en el tercer y último turno, enfocado a chicos y chicas de entre 9 y 11 años de edad. Volvieron satisfechos y contentos tras haber realizado decenas de actividades. Previamente hicieron lo propio las integrantes del primer turno, dirigido a chicas de entre 12 y 14 años de edad, y los componentes del segundo, destinado a chavales de entre 12 y 14 años de edad. El éxito ha vuelto a ser rotundo pues en los tres casos se ocuparon todas las plazas e incluso hubo listas de espera.

En total, durante todo el verano, y como cada año, han pasado por allí más de 300 chavales y chavalas, que han vivido unos días intensos gracias a la labor desinteresada de los monitores y monitoras, que dedican parte de sus vacaciones a coordinar todas las actividades, a lo que hay que añadir el tiempo que se lleva prepararlo todo previamente, y que pueden ser varios meses.

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En cada turno se cuenta con grandes juegos, deportes, actividades nocturnas, visitas culturales y de ocio y una gran variedad de talleres para desarrollar las habilidades de los acampados. Además, se disfruta del atractivo que ofrece la inigualable playa de La Barrosa. También es importante en los campamentos de JAC la labor formativa que se realiza diariamente a través de dinámicas y juegos en torno a un tema concreto, convirtiéndolos en un lugar muy familiar en el que todos se sienten parte de un todo que convierten en algo propio.

Una importante carga y labor social

Los campamentos no solo conllevan diversión y compañerismo, pues además tienen implícita una importante carga y labor social, ya que atienden a numerosos jóvenes de la localidad cuyas familias se encuentran en una situación económica desfavorecida. Para ello el colectivo ofrece becas, algunas de las cuales son donadas, sobre todo por ciertas cofradías que mantienen desde hace décadas su colaboración con JAC. También hay aportaciones en especie, por ejemplo, de cooperativas oleícolas. No obstante, cabe señalar que debido a la actual coyuntura económica la demanda de becas se ha incrementado considerablemente al igual que se ha reducido el número de donaciones, motivo por el cual el colectivo debe hacer un mayor esfuerzo.

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Aunque lo de arrimar el hombro todos por igual no es nada nuevo, pues desde siempre en este campamento abonan el coste de su plaza hasta los propios monitores. Gracias a ello y a las actividades que durante todo el año sirven para recaudar fondos, estos campamentos son muy económicos y no han modificado sus precios en los últimos años (160 euros), adaptándose de esta forma a la actual crisis.

Estos famosos campamentos de verano han sido y son un espacio fundamental de ocio y aprendizaje para la juventud. Allí los acampados y acampadas disfrutan de 12 días plagados de actividades y a la vez reciben formación en valores, aprendiendo a convivir con iguales entre juego y juego. Los Jóvenes de Acción Católica han sabido dar respuesta a las demandas de la sociedad actual renovando y adaptando con esmero sus instalaciones, turnos y actividades a las nuevas tendencias pedagógicas y lúdicas.

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Sin duda, se trata de una maravillosa experiencia para todo el que la vive, que suele quedar enganchado a este proyecto pasando con los años de acampado a monitor, por lo que se le augura un futuro bastante próspero. Como finalizan todos los cómics de Astérix, y pese al turismo invasor, quedan muchas veladas de amistad bajo las estrellas en esta aldea de irreductibles ubetenses, y todo ello gracias a una poción mágica muy sencilla: la entrega a los demás.

Tres hombres que dejaron huella

Estos campamentos son fruto del esfuerzo y el trabajo de tres grandes hombres ya fallecidos que supieron dejar su huella en quienes hoy continúan su labor. Se trata de Antonio Gutiérrez 'El Viejo', Manolo Molina y Antonio Cruz. Cada uno a su modo hizo que este rinconcito de Úbeda en Chiclana adquiriera un brillo especial, logrando crear una gran familia que se mantiene unida por un compromiso común.

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Úbeda, muy al sur, linda con el mar

Gracias a JAC, las ciudades ubetense y gaditana están hermanadas y unidas por lazos afectivos. Incluso alguien dijo una vez que Úbeda, muy al sur, linda con el mar. Y es que, debido al campamento, cientos de personas viven desde hace tiempo una relación idílica con Chiclana de la Frontera y con su playa de La Barrosa, donde la ciudad renacentista puede presumir de tener un pedacito de playa, el que ocupan a diario durante parte de julio y agosto los acampados de JAC. Quien regresa muchos años después corre el riesgo de encontrarse de frente al niño que un día fue. Se lo digo yo, y cualquiera que haya presenciado las mejores puestas del sol ubetenses con el castillo de Sancti Petri en el horizonte.

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