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Alberto Román Vílchez
Miércoles, 11 de mayo 2016, 14:37
Fue uno de esos milagros que consiguen las redes sociales (Facebook, Whatsapp, etcétera), donde muchas veces alguien suelta una iniciativa que acaba siendo secundada por cientos de personas. En este caso, la idea de reunir a las alumnas de las Carmelitas aprovechando la rehabilitación del edificio y su apertura como hotel, cuajó rápidamente y se extendió como la pólvora entre personas de diferentes promociones y generaciones.
Ya había existido algún encuentro previo en otro lugar, mucho menos multitudinario. Y la puesta en marcha del Palacio de Úbeda avivó aún más la llama de un reencuentro masivo.
En la tarde de ayer se dieron cita un total de 325 alumnas. Podían haber sido muchas más, pero hubo que cerrar las inscripciones para no masificar el evento. Una buena parte comenzó esta jornada tan especial a mediodía, compartiendo comida. Y todas, incluyendo alguna religiosa y varias profesoras, se reunieron a las cuatro y media de la tarde en la plaza de San Pedro, donde se repartieron las credenciales e invitaciones y se dio a cada una de las participantes el característico uniforme del colegio reproducido en papel para que, colgándoselo del cuello y como si de una muñeca de aquellos clásicos cuadernos de recortables se tratara, volvieran a lucir cual colegialas las típicas faldas azules y camisas blancas.
Minutos más tarde llegó el momento más esperado, el de volver a entrar en el que fue el colegio de tantas generaciones de ubetenses. Poco tiene que ver el edificio de hoy en día con aquel que recordaban, aunque sí pudieron reconocer algunos elementos que se mantienen, además de la fachada y la torre, como el acceso o los patios exterior e interior. Gracias a la propiedad del hotel pudieron recorrer las instalaciones, por grupos y según edades.
Merienda
Paralelamente se sirvió una merienda que dio lugar a reencuentros y a compartir muchos recuerdos, anécdotas y vivencias de aquellos tiempos de la infancia. Además se instalaron paneles en los que se pudieron fotografiar evocando a aquellas colegialas de las Carmelitas que fueron. Y como detalle, se reconoció a la alumna más antigua de las presentes, Puri Rodríguez, de 93 años, a la que se impuso una banda como las que recibían las estudiantes más aplicadas.
En la recta final, y también para rememorar los años de colegio, pudieron comer los clásicos 'recortes' de las monjas (las sobras que resultan de la elaboración de las obleas para la eucaristía) y bajaron hasta la Basílica Menor de Santa María donde, ante la imagen de Santa Joaquina de Vedruna (fundadora de la orden de las Carmelitas de la Caridad) que en otro tiempo estuvo en el altar de la capilla del colegio, depositaron unas flores e interpretaron algunas canciones de sus tiempos de escuela que la mayoría recordaban a la perfección.
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