JAVIER CARRO
Jueves, 18 de agosto 2016, 18:49
Fluye la problemática de las fuentes. Calixto Martínez y Luis Fernández, integrantes del Partido Comunista de Úbeda, se trasladaron en días pasados al emblemático pilar de la fuente de las risas, situado al final de la calle San Marcos, para denunciar el lamentable estado de abandono en que se encuentra este punto de la ciudad, cuyo nivel de deterioro avanza plácidamente.
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Los comunistas entienden que al igual que sucede en otras zonas ubetenses, este espacio se ha convertido en una especie de escombrera descontrolada en la que la basura, la suciedad y los despojos comienzan a dibujar el paisaje de un entorno que podría estar destinado al esparcimiento y habilitado como zona de paseo donde la gente pudiera disfrutar de manera saludable.
A esto se le suman la espesura de la maleza y la abundancia de malas hierbas y rastrojos que ya cubren de manera desbocada casi la totalidad del entorno, amenazando incluso con envolver la fuente en cuestión.
Para Martínez y Fernández, estamos ante otra de las muestras de dejadez que sufre Úbeda en materia de conservación, justo en la misma senda marcada por el Partido Popular. Y es que dicen no comprender cómo puede darse tal grado de abandono, máxime cuando existe una bolsa de empleo que debe ser capaz de generar puestos de trabajo para afrontar las necesidades que la ciudad vaya demandando, como es el caso. Así, exigen al equipo de gobierno que cumpla sus funciones más elementales e intervenga prontamente sobre este maltrecho espacio local.
Bajo el mismo tono de indignación se refieren a la polémica suscitada con respecto a la fuente de La Alameda. Ambos camaradas argumentan que no se le puede recriminar a la gente que lleve a cabo labores de limpieza cuando es precisamente el ayuntamiento con su desidia el que permite que la suciedad siga su curso.
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Finalmente, denuncian el trato de favor que el equipo de gobierno concede en materia de limpieza a las zonas más céntricas y los lugares más vistosos de Úbeda, entendiendo de esta manera que no a todo el callejero se le presta la misma consideración. Hay calles en las que tardan más de una semana en pasar a barrerlas, calles en las que vive gente que paga sus impuestos, detallan.
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