Alberto Román
Lunes, 17 de octubre 2016, 09:48
Los doctorandos en biomedicina Enrique Estévez Campo y Claudia López-Morago, antropólogos físicos de la Universidad de Granada, han llevado a cabo un pormenorizado estudio de los múltiples restos óseos hallados en ese espacio recuperado para la cultura en Úbeda que es San Lorenzo. Una tarea que les ha mantenido ocupados varios meses y a la que se han entregado de forma desinteresada y altruista, cuyo resultado arroja luz sobre el modo de vida de nuestros antepasados.
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Las excavaciones arqueológicas que tuvieron lugar en el edificio durante el año 2014, bajo la dirección de la arqueóloga Encarnación Gómez de Toro, aportaron información muy relevante sobre los procesos y etapas constructivas del templo. Se hallaron numerosos fragmentos de cerámica y diversos objetos de interés pero, sobre todo, multitud de restos óseos, pertenecientes a la gran cantidad de enterramientos realizados en el interior del inmueble en siglos pasados.
Del estudio arqueológico, promovido por la Fundación Huerta de san Antonio (FHsA), se ha derivado la catalogación de varios tipos de inhumaciones. Algunas de las más antiguas, talladas en la base geológica sobre la que se asienta el edificio, datan de finales del siglo XIII. Enterramientos similares se encuentran, por ejemplo, en la iglesia abacial de Alcalá la Real, en Jaén.
Aunque existen restos más antiguos. Y es que, la Unidad de Datación por Carbono 14 del Centro de Instrumentación Científica de la Universidad de Granada ha realizado el análisis de los restos óseos hallados bajo el ábside románico descubierto en San Lorenzo y el resultado ha sido su datación alrededor del año 1160, con un margen de 35 años más o menos. Esto nos sitúa en un tiempo anterior a la conquista cristiana de la ciudad de Úbeda, y hace suponer la existencia en dicho lugar de un enterramiento previo a la construcción de templo.
Las criptas más actuales excavadas en San Lorenzo se efectúan a principios del siglo XIX. Se trata de las últimas construcciones funerarias realizadas en su interior, ya que el actual cementerio de San Ginés de Úbeda no comienza a estar operativo hasta la mitad de dicho siglo. Antes de la aparición del camposanto tal y como lo entendemos en la actualidad, los muertos eran sepultados en el interior de sus parroquias correspondientes o junto a ellas.
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En el caso de la iglesia de San Lorenzo, como corroboran los trabajos arqueológicos realizados, hubo un alto índice de inhumaciones que provocó una acuciante falta de espacio. La construcción de grandes criptas en las capillas funerarias obligó a remover los restos humanos de un lado para otro. Por tal motivo éstos se hallaron en su mayoría muy fragmentados y desarticulados, los cráneos mezclados con el resto de huesos, apilados en grandes osarios o esparcidos por el subsuelo.
Examen patológico
El estudio de los investigadores de la Universidad de Granada, especializados en antropología física y forense, se ha centrado en el análisis de una selección de aquellos restos humanos que se encontraban en óptimo estado, ya que la mayoría presentaba alteraciones a causa de la humedad. El muestreo abarca el examen patológico de más de trescientas piezas óseas, entre las que se encuentran sesenta y cinco cráneos, previamente clasificadas en función del sexo y la edad.
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De este interesante trabajo se desprende la existencia de una equilibrada relación entre el número de hombres y mujeres, así como una elevada mortandad infantil, comprendida entre los cero y los seis años de edad. El riesgo de muerte para los recién nacidos en el medievo era muy elevado. El 50% de ellos apenas supera el primer año de vida, y el 85% fallece antes de la adolescencia debido al padecimiento de infecciones y enfermedades contagiosas. En la cata arqueológica realizada en la capilla gótica de San Ildefonso, junto al altar mayor de la iglesia de San Lorenzo, se localizaron numerosos enterramientos infantiles, incluso de 'nonatos', inhumados por lo general en ataúdes de madera y envueltos en sudarios de tela.
Del trabajo de investigación de los antropólogos se desprende, así mismo, un elevado número de enfermedades degenerativas, como es la artrosis en las vértebras y en el hueso sacro, además de la formación de nódulos de Schmorl y de hernias discales. Esto, junto con la constatación de fehacientes marcas de estrés o deformaciones en húmeros, cúbitos y radios, demuestra que la población estaba sometida a duras jornadas laborales que requerían el uso de bastante fuerza en brazos y antebrazos, junto con frecuentes movimientos de flexión. Estas actividades pueden estar asociadas con el trabajo agrícola desarrollado en las huertas colindantes al barrio de San Lorenzo, o con el de las numerosas tenerías emplazadas, igualmente, en sus proximidades.
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Las patologías dentales, como el sarro, la piorrea, las caries en molares o el desgaste dental, entre otras, hablan de la secular falta de higiene, de una deficiencia en la nutrición infantil y de una dieta en la que son frecuentes los productos cárnicos.
Algunos esqueletos completos
Aunque la mayor parte de los enterramientos aparecen muy alterados, se han hallado algunos esqueletos completos, en buen estado de conservación y dispuestos en ataúdes individuales. Es el caso de uno, perteneciente a una mujer madura que debió ostentar una desahogada posición social y económica, ya que se la localizó junto al altar mayor, uno de los lugares más cotizados para los enterramientos. Además, tan sólo presentaba una leve artrosis en las vértebras, y su dentadura aparecía prácticamente completa. Con el examen antropológico se pudo comprobar que había tenido hijos, así como la presencia de un material brillante en los huesos, posiblemente restos del rico sudario con el que fue sepultada.
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El ataúd que contenía a esta mujer es una prueba más de la alta posición social que debió ostentar. Se trata de una caja de madera de pino, decorada con hileras de tachuelas remachadas en cobre. La caja también estaba rematada con clavos, y disponía de cerradura y de asas metálicas en los laterales para su transporte.
Muertes violentas
En el estudio antropológico se registran, de forma aislada, otras patologías y enfermedades que también afectaron a la antigua población de San Lorenzo. Tal es el caso de la sífilis, que en la Edad Media causó estragos semejantes a los de la peste negra. Los tumores benignos del hueso, osteomas, también son frecuentes, sobre todo en el cráneo. La anquilosis, que va menguando el movimiento de las articulaciones, y el raquitismo, fruto de las frecuentes carencias de vitaminas en la infancia, son otras de las dolencias detectadas.
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Sin embargo no todas las causas del fallecimiento fueron provocadas por la enfermedad. En el muestreo realizado por los facultativos de la Universidad de Granada aparecen varios casos de contusiones y muertes violentas. Uno de ellos presenta soldaduras en todas las costillas de su lado derecho y en parte del izquierdo, muestra de haber recibido un fuerte golpe, que no se puede determinar si fue a causa de un accidente o de una tremenda paliza. De la misma manera, al menos dos cráneos analizados presentan claros cortes perimortem, con diversas trayectorias. Fueron realizados con un arma blanca y, sin lugar a dudas, ocasionaron la muerte de estos individuos del sexo masculino. Las causas del mortal desenlace tampoco llegaremos a saberlas nunca.
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