Alberto Román
Domingo, 16 de abril 2017, 08:22
La celebración de la Procesión General puso fin a un magnífico Viernes Santo que siguió en la tónica de los días previos. Una tradición característica de Úbeda en la que once cofradías, veinte pasos que portan cuarenta y seis imágenes, nueve bandas de tambores y trompetas, la Agrupación Musical Ubetense y decenas de insignias y enseres de las hermandades forman un mismo desfile, siguiendo el orden cronológico de la Pasión, para acompañar al Cristo yacente de la cofradía del Santo Entierro que hace su estación de penitencia. Se desplegó así un espectáculo plástico de cualidades únicas, en el que se mezclaron, en una conjunción perfecta, la sobriedad castellana y un contenido barroquismo andaluz.
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En los momentos previos, las cofradías se distribuyeron por la monumental plaza Vázquez de Molina. Se crearon así estampas de gran belleza estética con los pasos, imágenes, cofrades, instrumentos y enseres repartidos entre los monumentos que son el buque insignia de la declaración de Úbeda como Patrimonio de la Humanidad. Cientos de personas se congregaron en el lugar para disfrutar de ese ambiente tan particular y tan característico del Viernes Santo ubetense, presenciando igualmente la salida de la Cofradía del Santo Entierro de Cristo y Santo Sepulcro desde Santa María.
Con su impresionante Cristo yacente, seguido de un representante de cada cofradía luciendo su traje de estatutos, puso punto y final a la Procesión General con miles de ubetenses y visitantes a un lado y a otro de las calles que formaron el itinerario. En la tribuna, este año instalada en la calle Obispo Cobos, estuvo como invitado Amadeo Rodríguez Magro, Obispo de Jaén.
Terminó la noche marchando cada cofradía a su respectivo templo y con la tradicional y multitudinaria despedida brindada al Santo Entierro por la Virgen de la Soledad junto a la Cruz de Hierro, justo antes de entrar en su barrio de San Millán.
Procesiones
Pero el Viernes Santo fue mucho más, con cinco procesiones recorriendo previamente las calles del centro y el casco histórico durante toda la jornada. Al amanecer tomó protagonismo la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la Virgen de los Dolores, San Juan y La Verónica, uno de los momentos más típicos y seguidos de la Semana Santa ubetense. Nuevamente, una multitud se reunió en la monumental plaza Vázquez de Molina para presenciar su salida desde Santa María, en absoluto silencio salvo por las notas del 'Miserere'.
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Como novedad, este año la imagen de San Juan procesionó en el paso de la Virgen de los Dolores (por la mañana a costaleros y en la Procesión General a ruedas) y no junto a la Verónica, que lució en solitario en el tercer trono, una decisión tomada por motivos litúrgicos e históricos.
Posteriormente salió del mismo templo la Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Caída y María Santísima de la Amargura, muy seguida en la calle, cuyo titular por cuarto año fue llevado por portadores, dispuestos delante, detrás y en los laterales (aunque durante la Procesión General volvió a utilizar las ruedas, tal y como se tiene establecido, haciéndose unas modificaciones en el trono). La hermandad celebró con gran lucimiento el 75 aniversario de la primera salida procesional de su titular.
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También fue recibida por cientos de personas la hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores, que salió de la iglesia de la Trinidad cerca del mediodía, con ambos pasos descendiendo lentamente la lonja. Una imagen muy típica. Esta cofradía igualmente celebró en este día espléndido el 75 aniversario de la primera salida procesional de su Cristo (un 3 de abril de 1942), así como su reciente nombramiento como hermandad trinitaria, título que se le entregó oficialmente el Viernes de Dolores.
Poco después hacía lo propio la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias, con su Piedad portada por costaleros y el paso del Descendimiento de Cristo, en este caso saliendo desde San Isidoro. Una hermandad muy popular y querida en la localidad por la emotividad que transmiten sus imágenes, la más reciente obra del recordado ubetense Marcelo Góngora.
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Ya por la tarde, desde San Millán partía la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y María Magdalena, viviéndose uno de esos momentos que mezclan el fervor popular con la religiosidad cuando de nuevo subió la abarrotada cuesta de La Merced corriendo, con los costaleros empleándose a fondo, abriéndose paso entre las multitudes que se agolpaban y apartaban como podían. Después discurrió hacia la plaza Vázquez de Molina para añadirse a la Procesión General.
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