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Uno de los puestos de frutas y hortalizas. ROMÁN
Una nueva oportunidad para el Mercado de Abastos

Una nueva oportunidad para el Mercado de Abastos

Durante el estado de alarma muchas personas se han reencontrado o han descubierto este centro del comercio tradicional

Alberto Román

Úbeda

Lunes, 1 de junio 2020, 02:18

Quizá lo que no teníamos era tiempo, o ganas, o las dos cosas. O quizá desconocíamos por completo lo que había dentro de ese viejo y anquilosado edificio, acostumbrados como estábamos a las comodidades de las grandes superficies de llegar, aparcar, comprar, pagar, cargar y salir pitando. Pero lo cierto es que el Mercado de Abastos de Úbeda, que sobrevivía a duras penas con una clientela poco cambiante, de toda la vida y de cierta edad, ha visto caras nuevas y un repunte en su actividad desde el decreto del estado de alarma. No se trata de que ahora haya cajas registradoras llenas de ganancias y mostradores vacíos de género. No es cuestión de exagerar. Se trata, simplemente, de algo más de alegría entre unos puestos sobre los que se ceñía la tristeza durante gran parte del año.

Han confluido distintos factores para que este centro neurálgico del comercio tradicional reciba una inyección de vitalidad. Las restricciones derivadas de la alerta sanitaria y las medidas de seguridad obligadas o recomendadas han hecho que algunas personas se vean incómodas por los estrechos pasillos de los supermercados y valoren la amplitud del mercado, que facilita la distancia social y la organización de colas para esperar turno. Sus cubiertas, altísimas, y sus amplias y diferentes puertas al exterior, dan también la sensación de estar casi al aire libre.

El tiempo

Igualmente ha influido positivamente el tiempo en sus dos vertientes, en la que tiene que ver con lo meteorológico y en la referente a las horas que dedicamos a las compras. Esta situación ha coincidido con la primavera, momento a partir del cual es mucho más agradable recorrer el mercado, porque el invierno allí es duro. Y las reducciones impuestas en los ámbitos del trabajo, las relaciones y el ocio debido al confinamiento han hecho que mucha gente disponga de más tiempo para la intendencia del hogar, donde se incluye la alimentación. Además, el encierro en casa ha incrementado la importancia que le damos a las cosas más básicas, valorando también su calidad.

Con ello, ha habido personas que han regresado al mercado o que lo han descubierto, llevándose una grata sorpresa al comprobar lo que hay en el interior de un edificio que quizá no habían pisado nunca. Y han visto que allí pueden hacer una compra general, no solo esporádica, de género fresco. No han sido poco los carros de la compra, los clásicos, los de toda la vida, que han sido adquiridos o desempolvados en los últimos meses. Se lo dice alguien que ha estrenado el suyo varios años después de comprarlo y que le ha hecho el rodaje por los pasillos del mercado y sus alrededores durante esta alerta sanitaria. Y puedo asegurar que otros usuarios también debían llevar en sus carros la 'L' de conductor novel.

Lo importante es que muchos de los que han vuelto o han entrado por primera vez al mercado, han repetido, se han quedado. Es así gracias a la calidad y variedad del género; el trato amable, cara a cara y de tu a tú de los vendedores, con recomendaciones, trucos y recetas incluidas; la apuesta por el producto fresco y de temporada, vendido a granel y no envasado en plásticos; los tomates que saben a tomate; y, en definitiva, la confianza que da el comercio de cercanía, el que tiene el rostro de un buen número de ubetenses que resiste en sus puestos y que trabaja duro para ofrecer lo mejor a los clientes.

Ahora, en plena desescalada (que más bien es una escalada para tantas y tantas familias) les corresponde a ellos mantener a esos nuevos o recuperados clientes, para que no dejen de acudir por falta de tiempo, de comodidades o de aparcamiento. Pero a los ubetenses también les toca entender que es el momento de apostar por el comercio local, el de siempre, el que genera riqueza que se queda en la ciudad. De esta forma quizá, y mientras llega la esperada y tantas veces prometida renovación y modernización de las instalaciones, el Mercado de Abastos pueda conseguir que la nueva normalidad se convierta en nueva oportunidad.

La esperanza de un futuro mejor

La cosa ha ido variando en el Mercado de Abastos desde que se decretó el estado de alarma. Al principio, como ocurrió en tantos otros lugares del ramo de la alimentación, se vivió la fiebre del abastecimiento. Ese primer sábado, algunos puestos de carnicería llegaron a vender todo lo que tenían en sus vitrinas y cámaras. Luego vinieron unos días algo más tranquilos, pues los frigoríficos, las despensas y los congeladores estaban llenos. Y después se fue experimentando un incremento progresivo de público y, lo que es más importante, el mantenimiento de algunos de los nuevos clientes. Nuevas caras que empezaron a ser caras conocidas.

«No hay mal que por bien no venga», aseguraba hace unos días una vendedora, medio en serio y medio en broma, contenta con el movimiento y esa cierta alegría que se respira dentro de la complicada situación actual. No obstante y por si acaso, una compañera, varios puestos más allá, entre bolsas de patatas, cortezas, bolas de anís, pipas y pepinillos, le tiene puesto un pequeño altar a Santa Rita, la santa de los imposibles, para que ayude a mantener esta especie de aldea de irreductibles vendedores. Y junto a la imagen de escayola no faltan unas estampitas de San Martín de Porres, protector de los pobres y de los enfermos, y Santa Bárbara, protectora contra rayos y tormentas. Toda ayuda es poca con la que está cayendo.

«Mucha gente ha venido al mercado, alguna por primera vez, pero me temo que cuando vuelva la vorágine de los trabajos, los niños, los viajes… nos quedaremos con la clientela de siempre», manifestaba escéptico otro vendedor desde detrás de su mostrador. «Pero bueno, la esperanza es lo último que se pierde», añadía mientras le cobraba a una clienta. La esperanza de que el Mercado de Abastos tiene futuro y de que ese futuro merece la pena.

Reducción de la tasa a la mitad

Como medida de apoyo a los vendedores del Mercado de Abastos, dentro del Plan Local de Reactivación Socioeconómica, el Ayuntamiento aprobó en el último pleno una modificación de la ordenanza que regula los puestos para reducir al 50% la cuota a pagar por cada uno de ellos. Una acción que significará a su vez una reducción de ingresos para la administración ubetense de 15.000 euros en 2020 y de 30.000 euros en 2021, puesto que la iniciativa permanecerá hasta que se rehabilite este centro neurálgico del comercio tradicional. «Conseguimos darles un balón de oxígeno a los comerciantes del mercado, que están siendo un referente y tienen que trabajar para garantizar el abastecimiento. Necesitamos darles un pequeña ayuda, rebajando la presión fiscal que tienen», comentó el concejal de Hacienda y Personal, Javier Gámez Mora.

Vista del interior del mercado, una pescadería y un pequeño altar a Santa Rita. ROMÁN
Imagen principal - Vista del interior del mercado, una pescadería y un pequeño altar a Santa Rita.
Imagen secundaria 1 - Vista del interior del mercado, una pescadería y un pequeño altar a Santa Rita.
Imagen secundaria 2 - Vista del interior del mercado, una pescadería y un pequeño altar a Santa Rita.

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