Un pregón para quienes ponen banda sonora a la Semana Santa

El pregón pronunciado ayer por el músico y compositor ubetense Cristóbal López Gándara anunció el inicio de una Semana Santa que, a todas luces, se espera intensa, tanto por el gran esfuerzo que se está haciendo para que todo salga perfecto, como por algunas novedades que se materializarán este año y por las buenas previsiones meteorológicas. El acto de anoche ya marcó un punto álgido gracias a un pregonero que supo transmitir a todos y cada uno de los presentes su pasión por la música y por todo lo que aporta y significa en estos días.

Junto a un texto plagado de sentimientos y reflexiones, la música fue protagonista como elemento que conlleva detrás infinidad de historias: las que evoca y las que tienen que ver con su autor. Palabra y melodía se fueron así entrelazando con coherencia, con verdad, para ensalzar la Semana de Pasión ubetense y reivindicar a los músicos y a los compositores olvidados, a los cuales López Gándara colocó en el lugar destacado que les corresponde.

El acto ya comenzó con música, en una obertura solemne en la que la Agrupación Musical Ubetense (AMU) interpretó la marcha 'Agrupación de Cofradías' de Herrera Moya y 'Lagrimas de Amargura' del propio López Gándara, elegida por él para la ocasión. Y posteriormente, para darle visibilidad a las bandas de cornetas y tambores de acompañamiento, su Banda del Amor ofreció otra de sus composiciones, 'Al rey de la Trinidad', que es la primera que suena en la Semana Santa ubetense (esta tarde volverá a hacerlo).

Rafael Martínez Redondo, director de la AMU, fue el encargado de presentar a su amigo y compañero con una semblanza surgida del corazón, hilada desde la admiración y el respeto. Destacó su talento, su entrega a la excelencia en cualquier cosa que asume y, sobre todo, su calidad humana. También su compromiso cristiano. «A la fe también se llega a través de la música», dijo.

El pregonero ocupó después el atril flanqueado por la Banda del Amor, a un lado, y por la Sociedad Filarmónica 'Nuestra Señora de Gracia', que también dirige, al otro lado. Las dos formaciones acompañaron a López Gándara en este viaje y fueron interviniendo en diferentes momentos, aunque el inicio fue con el pregonero sentado al piano, estrenando una pieza escrita expresamente para ese momento, a la que añadió su propia voz 'en off' hablando de su vida, de su relación con Úbeda y de cómo entendió la ciudad gracias a su Semana Santa.

En la introducción ya contó que su intención era defender la figura de los compositores, los músicos, las bandas… para poner en valor ese patrimonio sonoro que aportan a la ciudad. Así, de los seis capítulos en los que se dividió su pregón, dedicó los tres primeros a homenajear a los tres grandes compositores que, pese a lo aportado, nunca han dado un pregón: Victoriano García Alfonso, Emilio Sánchez Plaza y Manuel Antonio Herrera Moya, a quienes el pregonero considera «la biblia de la música en Ubeda: el génesis, el antiguo testamento y el nuevo testamento». Cada uno de estos capítulos culminó con un fragmento de una marcha de cada uno sonando desde los laterales.

Los tres siguientes apartados estuvieron jalonados por pensamientos y reflexiones personales sobre la Semana Santa, centrándose en aspectos sociales, en las cofradías, en las bandas como lugares donde los jóvenes encuentran acogida e incluso refugio, o en los tradicionalistas, defendiendo en este último punto la mezcolanza de estilos, lo viejo y lo nuevo, como la esencia de la Semana Santa ubetense.

El epílogo fue la parte más personal, casi toda con música de la filarmónica, partiendo de una evocación de los toques de lamentos que llevó a López Gándara a iniciar una suerte de conversación mística con don Victoriano, a quien consideró su maestro, su referente, su guía. Y mientras sonaba 'Gracia', compuesta por el pregonero, dio forma a una rapsodia final en la que nombró a todas las cofradías ubetenses para remarcar que «ya en Úbeda es sonata de primavera» (como el título de aquella antigua película rodada en la ciudad). La 'Marcha Real' y un sonoro aplauso pusieron el punto y final.

El escenario en el que el pregonero anunció el inicio de la Semana Santa estuvo plagado de detalles. Nada estaba ahí por azar. Una parte la dedicó a sus devociones, con elementos y símbolos de las cofradías a las que pertenece. Por ejemplo, del Borriquillo estuvo el banderín de la Banda del Amor, de la Virgen de Gracia un manto antiguo, de la Noche Oscura el varal de mando que marca el paso del Cristo y de la Caída la cruz de guía. Y otra parte fue para la música, con objetos como un retrato de Don Victoriano y partituras originales, también otras propias, el mantolín de la Pasión de Linares recordando el hermanamiento con la Banda del Amor o el cuadro original de Manuel García Villacañas que sirvió para anunciar el pregón. Hasta en los calcetines hizo un guiño a la banda de las Cigarreras, a la que le une una estrecha relación.

Una vez pregonada la Semana Santa, toca vivirla en las calles con los cinco sentidos. Porque queda mucho por ver, saborear, tocar, oler y, este año especialmente, escuchar. No solo la música, también «las historias que cuenta los músicos, las historias que cuentan al final de la procesión».

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