Miguel Poveda durante su concierto en Úbeda. ROMÁN

Úbeda se reencontró con un Miguel Poveda artista de la cabeza a los pies

El cantaor vendió todas las entradas disponibles y derrochó arte durante algo más de dos horas de concierto

Alberto Román

Úbeda

Lunes, 28 de septiembre 2020, 13:33

Pocos artistas hay tan completos como Miguel Poveda, quien lo mismo abre surcos firmes en los terrenos más áridos del flamenco, que se mueve como pez en el agua siguiendo las corrientes de otros géneros, como la copla. Sea como fuere, lo suyo es imparable. En la noche del pasado viernes dejó una buena muestra de su arte en la plaza de toros de Úbeda, ciudad a la que regresó 18 años después de su primera visita (luego hubo una segunda en 2012). Entonces ya se atisbaba el enorme talento que atesoraba. Y en este reencuentro lo derrochó sin medida, dando lugar a una nueva velada inolvidable del 32 Festival Internacional de Música y Danza 'Ciudad de Úbeda'.

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En su arranque, el cantaor no olvidó destacar la apuesta por la cultura que mantienen, contra viento y marea, eventos como el ubetense, pese a lo difícil que lo están poniendo quienes toman las decisiones. Y agradeció poder estar ante un público tan entusiasmado que había agotado las localidades disponibles días atrás.

Miguel Poveda tuvo de todo y para todos. Desde lo más ortodoxo a esos otros palos que orbitan irremediablemente alrededor del flamenco. Así, lo mismo se arrancaba por algunos de sus cantaores de referencia al ritmo de tangos o bulerías, que ponía voz y melodía a versos de Federico García Lorca o se desviaba por Bambino. Todo se le da a este chico de barrio criado en Badalona que pierde los vientos por Andalucía. Una persona con las ideas claras y el paso firme, un artista de la cabeza a los pies.

En escena no estuvo solo, pues se rodeó de un grupo flamenco de confianza y a la altura de las circunstancias. La complicidad era palpable. Fueron Jesús Guerrero a la guitarra, Paquito González a la percusión, Miguel Ángel Soto 'Londro' con los coros y palmas y Carlos Grilo a las palmas.

En la recta final, Poveda quiso rendir homenaje a todos esos profesionales de tantos tablaos que llevan meses sin poder trabajar, por la ausencia de turistas y de público en general. Un mundillo que dijo conocer bien porque en él estuvieron sus orígenes. Así, anunció una auténtica juerga flamenca para la despedida. «¡No te vayas!» le gritaron desde el público, a lo que el artista contestó: «por mí, echamos las horas que hagan falta». El remate a la conversación lo puso una señora desde las butacas: «¡si, por favor! Para una vez que salgo…». Hubo risas y aplausos a partes iguales.

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Con ese ambiente, Miguel Poveda improvisó un par de cantecitos que le pidieron desde el ruedo y enganchó con el anunciado final, para el que se reservaba una sorpresa. Y es que, en este viaje a Úbeda le acompañaba su hermana, la bailaora Sonia Poveda, quien puso arte y movimiento a este tablao. Fue una gozada ver a los dos hermanos juntos, como en sus orígenes allá por 1988. Y resultó difícil no ponerse en pie, no arrancarse a bailar. Pero toda esa energía acumulada acabó transformada en varios minutos de aplausos, merecidos sin duda, como colofón a más de dos horas de concierto.

Varios momentos del espectáculo. ROMÁN
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