El ubetense que limpia de virus el cielo de Madrid con la fregona
Chema Fuentes inició el original gesto que todos los días secundan los vecinos de Lavapiés desde sus balcones
Alberto Román
Úbeda
Sábado, 18 de abril 2020, 23:30
Al actor ubetense Chema Fuentes el decreto del estado de alarma le pilló en Madrid, donde reside, se forma y trabaja desde hace unos años. Allí, en un piso del barrio de Lavapiés, sobrelleva el confinamiento de la mejor manera posible, con la incertidumbre que planea sobre su sector, el cultural, que tardará tiempo en volver a la normalidad (o la 'nueva' normalidad, como desde hace unos días les ha dado por decir a los representantes del Gobierno, que intentan matizar hasta la última coma de sus discursos).
Asomado a una ventana de la calle Amparo, el de Úbeda es el promotor de la ya denominada 'fregonada de Lavapiés', curiosa iniciativa con la que los vecinos, tras los aplausos de rigor de las ocho de la tarde, asoman y agitan sus fregonas como queriendo limpiar Madrid (y todo el planeta) de este dichoso coronavirus. Un gesto, original cuando menos, que se ha convertido en símbolo de unidad de la vecindad, un grito al buen rollo y a la esperanza que, de entrada, les hace pasar a todos un rato divertido.
Como tantas cosas individuales que acaban transformadas en colectivas, como tantos hechos casuales y solitarios que terminan siendo virales y conocidos por todo el mundo, esta 'fregonada' comenzó de la forma más simple y anecdótica. Chema Fuentes vive en la misma calle que su amigo Mariano Cardano, gran bailarín y compañero del mundo del espectáculo y las artes. Pero al estar sus pisos en la misma acera y separados por unos doscientos metros, la perspectiva de la calle les impedía verse. Así que, cuando comenzaron los aplausos colectivos desde los balcones y, sobre todo, cuando cambió la hora y ya se hacían con la luz del día, el ubetense se desgañitaba intentando llamar la atención del otro para, al menos, saludarle y tener un contacto visual con una cara conocida. «¡Mariano!, ¿dónde estás?», le gritaba diariamente desde la ventana. A lo que el aludido contestaba a voces, en la misma actitud, todo ello ante el asombro y las risas de los vecinos.
Ya que Chema había conseguido hacerse oír, porque de potencia sonora va sobrado y además cualquier momento es bueno para desarrollar las técnicas actorales de proyectar la voz, tocaba hacerse ver. Entonces, con la intención de complementar sus gritos y de ganar algo más de un metro al campo visual de la línea de edificios de la calle, se le ocurrió asomar y agitar la fregona por la ventana, a modo de saludo, y por fin Mariano pudo localizarle desde el otro extremo de la calle, devolviéndole el gesto del mismo modo. Con ello, ambos no pudieron localizar una cara conocida, pero sí un mocho familiar.
La repetición diaria, el sentido del humor de los dos amigos y la diversión de la vecindad, ociosa y con ganas de secundar cualquier cosa que rompa la rutina del confinamiento, hicieron el resto. De esta forma, los moradores de otras ventanas y de otros balcones comenzaron también a darle meneo a sus fregonas, liberándolas por un rato de su condena a ser arrastradas por el suelo para elevarlas hacia el cielo. Así que, de ser dos, comenzaron a verse tres, cuatro, siete, una docena, varias decenas de mochos… e incluso alguna escoba, agitándose al viento una vez que terminaban los aplausos de agradecimiento al personal sanitario y, como añadido, a otros profesionales que hacen que se mantenga cierta normalidad en esta rara y complicada situación.
La 'fregonada de Lavapiés' que comenzó Chema es un puro cachondeo a todo lo largo y ancho de la calle Amparo, cuya longitud es de unos cuatrocientos metros. Pero va más allá y, un mes después, se ha convertido en un símbolo, un elemento identitario de la calle y del barrio, donde cada vez más fregonas abandonan sus cubos para sentirse banderas por unos minutos al día. Al gesto se le ha buscado un significado menos prosaico: «limpiar Madrid del virus».
«La verdad es que es una pasada, una locura», asegura a IDEAL entre risas. No en vano, numerosos medios madrileños de prensa escrita, radio y televisión se han hecho eco del curioso acontecimiento. Una noticia que ya ha dado el salto a nivel nacional e incluso internacional. «La semana que viene tengo una entrevista por videollamada con Chile. Hasta allí ha llegado uno de los vídeos de la 'fregonada', que se ha hecho viral. Están haciendo un documental sobre el coronavirus que incluirá testimonios de gente de diferentes países, y me han llamado para que les cuente esta historia», cuenta, comentando igualmente que en las últimas horas estuvo por allí una agencia de prensa internacional cogiendo imágenes y testimonios.
Ánimos
«Se convirtió en una especie de saludo», explica a Europa Press el precursor de la idea. «Lo que queremos es que sea un gesto de ánimo, de buen rollo. Tenemos 23 horas al día de comernos la cabeza y de tener problemas. Y por lo menos a esta hora que salimos y nos vemos los vecinos, que sirva para divertirnos y desestresarnos», añade. Al respecto, narra a IDEAL que ya hay un vecino que durante el acto de las fregonas pone 'El himno de la alegría' para acompañar, convirtiéndolo en algo casi épico.
Su objetivo, según indica Chema, es que la 'fregonada' siga conquistando balcones, «llegue hasta la plaza de Lavapiés y se extienda». De momento, dice, ya se han unido los vecinos de Sombrerero, la calle transversal. «Que saque todo el mundo la fregona en señal de que seguimos vivos, encerrados, pero con ánimo y con ganas de salir de esta», asegura.
Chema y Mariano o, al menos sus nombres, ya son de sobra conocidos por los habitantes de la zona, que con historias de este tipo tienen mayor sensación de comunidad. Es curioso que, pese a estar encerrados en casa, hayan conseguido conocerse más, estar más cerca, sentirse más vecindario que antes. Y todo ello gracias a salir a los balcones y al simple gesto de ondear al viento sus fregonas. Pronto, cuando estén de nuevo en las calles y plazas del barrio, recordarán esto y seguirán riéndose, pero ya sin fregona de por medio porque, esperemos, no habrá virus que limpiar.



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