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Una escena de 'La isla amarilla'. ROMÁN
El último montaje de la Escuela Municipal de Teatro reunió en escena a más de 60 personas

El último montaje de la Escuela Municipal de Teatro reunió en escena a más de 60 personas

'La isla amarilla' fue un nuevo ejemplo de teatro social y comunitario

Alberto Román

Úbeda

Viernes, 4 de noviembre 2022, 10:18

La Escuela Municipal de Teatro 'Ricardo Iniesta' de Úbeda regresó a la Muestra de Otoño de Úbeda para presentar su último montaje 'La isla amarilla', un trabajo coral de varios grupos que trabajan habitualmente en el centro que volvió a ser un ejemplo de teatro social y comunitario. El ciclo, que hasta finales de mes celebra su edición número 28, sigue dando así cabida a las distintas formas de expresión a través de las artes escénicas que se dan en la ciudad, gracias a un amplio apartado dedicado a los grupos locales.

En esta obra, casi mastodóntica por la cantidad de gente a la que implica y su diversidad, por la línea narrativa y por la complejidad de dirigirlo y coordinarlo todo para que quede perfecto, se plantea una reflexión sobre la sociedad que nos ha tocado vivir. El mundo 'civilizado' propone a los habitantes de La Isla Amarilla un intercambio, con lo que una expedición de hombres y mujeres de ésta segunda viaja al primero para decidir. Cuando vuelven, reúnen a toda la tribu (de la que también forma parte el público) y explican lo absurdo que es lo que han visto. Se propone así un espejo directo en el que mirarnos, desde el humor y el absurdo, para ver si como sociedad vamos tomando partido.

'La isla amarilla' es original de Paloma Pedrero y ha sido adaptada y dirigida por Nati Villar, directora de la Escuela Municipal de Teatro. Y en escena presenta a alumnado con y sin diversidad funcional intelectual, física y sensorial junto a estudiantes de diferentes centros de Educación Secundaria. En algunos casos era la primera vez que se subían a un escenario y todos ellos han crecido un poco más con este trabajo, pues les ha unido y les ha hecho estar antes muchas realidades distintas pero como iguales.

Más de 60 personas demostraron una vez más (ya ya van unas cuantas) que otro teatro es posible. Como siempre defiende Nati Villar, «si el teatro es un espejo de la realidad, quedó claro que otro mundo es posible, y será cuando por fin nos demos cuenta que la diversidad es lo que nos hace crecer».

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