Alberto Román
Úbeda
Lunes, 5 de octubre 2020, 13:02
Dentro de la programación paralela que incluye el Festival Flamencos y Mestizos, la iglesia de Santo Domingo acogió en la noche del pasado sábado un recital en el que el toque y el baile fueron protagonistas. Inicialmente estaba previsto al aire libre, en el patio del palacio Anguís de Medinilla, pero fue cambiado de ubicación debido a la bajada de las temperaturas. Para ello se contó con la colaboración de la Unión de Cofradías, quien gestiona actualmente el citado templo.
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En primer lugar subió al escenario el guitarrista japonés Hiroyoshi Suzuki, quien hace un par de años obtuvo la segunda mejor nota de acceso al Superior de Guitarra en el Conservatorio de Córdoba después de tres años estudiando en la prestigiosa Fundación Cristina Heeren. El suyo es un ejemplo de que el flamenco no tiene fronteras y que solo hay que sentirlo para interpretarlo, en su caso con un virtuosismo muy metódico y un profundo conocimiento. Ya lo contaba y lo cantaba Ruibal: «ahora nacen los flamencos en donde les da la gana».
Después fue el turno de la bailaora Macarena Ramírez quien, acompañada de dos cantaoras, percusión y guitarra, derrochó todo el arte que viene alimentando desde muy pequeña en tierras gaditanas, para darle rienda suelta después por todo el país y medio mundo como integrante de algunas compañías y también en solitario. Lo suyo es sentimiento bien entendido y bien canalizado, logrando que cada movimiento se transforme en emociones.
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